Antes de la invención y difusión de la escritura, había sólo la interpretación. En las comunidades desarrolladas donde la gente sabía leer y escribir, la traducción era considerada como la conversión de un texto escrito en un idioma en un texto en otro idioma. Ahora bien, en el siglo 20. la aparición del intérprete simultaneo y del intérprete de conferencia mantiene la interpretación en vida.
La tarea del traductor y del intérprete es la misma independientemente de si se trata de un mensaje oral o de un texto escrito. Sin embargo, hay que subrayar que la traducción escrita permite de ajustar mejor el estilo y de dominar mejor la terminología técnica. Los problemas principales de la traducción son conocidos desde la antigüedad. Han sido formulados entre otros por San Jerónimo, el traductor de la Biblia llamada La Vulgata de hebreo y de griego a latín.
Desde el punto de vista semántico, estos problemas son vinculados con el ajuste del significado literal et del sentido literario. Por otro lado, los conflictos aparecen entre la traducción exacta de cada palabra en una frase y la interpretación del sentido de la frase entera o aun del sentido del texto entero que debe transmitir en la medida de lo posible el mensaje original del texto.
Estos problemas y conflictos aparecen a causa de factores inherentes al uso y al funcionamiento de un idioma particular, porque los idiomas no existen en lo abstracto y forman parte de culturas. Es necesario tener en mente que las culturas difieren unas de otras desde diferentes puntos de vista. Aun entre los idiomas de las sociedades cuyas culturas son bastante cercanas, no hay equivalencias léxicas exactas entre las palabras de sus vocabularios respectivos.
Se puede definir la cultura como un modo de vida y sus manifestaciones que son específicas para una sociedad que usa un idioma particular como medio de expresión. Más especialmente el elemento cultural de la lengua es diferente de la lengua universal y de la lengua personal. Varias culturas (y subculturas) pueden existir en la misma lengua y eso exige la traducción dentro de esta lengua. Por ejemplo, hay varias palabras para designar el mismo objeto en Suiza, en Austria, en el este y en el oeste de Alemania. A menudo cuando la cultura entra en el juego, hay un problema de traducción debido al vacío cultural o a la distancia entre el idioma de origen y el idioma de destino. No se debe considerar que el idioma es un componente o un rasgo de la cultura, púes si fuese así, la traducción sería imposible.
En su significación léxica, las palabras ganan varias tonalidades y poseen connotaciones que no son compartidas por las palabras que corresponden a ellas de manera muy cercana en otros idiomas. Por esto una traducción literal puede volverse bastante loca. Por ejemplo, en los tiempos modernos, los traductores de la Biblia en los idiomas de las sociedades alejadas de la cultura europea son conscientes de las dificultades de encontrar un equivalente léxico de la palabra «cordero», porque aun cuando sus lectores hayan visto las ovejas y los corderos, no conocen la tradición del Sacrificio cruento para expiar ni siquiera las asociaciones de la palabra «cordero» con las nociones de adorable, de inocente y de indefenso.
La traducción de la poesía constituye el campo en el que todo el énfasis se pone en la creación de un poema nuevo que es independiente y donde la traducción literal es en general mal vista. Cuanto más la cualidad del poema original es mejor, tanto más difícil es el trabajo del traductor. Esto es debido al hecho que el objetivo de la poesía es de exprimir en primer lugar exactamente lo que su autor quiere exprimir. En segundo lugar, para realizar este objetivo, el poeta domina todos los recursos del idioma en el que escribe. Él domina la concordancia de las palabras, su orden y las estructuras gramaticales sin olvidar sus particularidades fonológicas que el poeta integra en el metro, en la rima, en asonancia y en la aliteración. Los recursos disponibles difieren de un idioma a otro. El traductor debe adaptar la explotación de los recursos particulares en el idioma de origen a los recursos existentes en el idioma de destino. A causa del hecho que las consideraciones relativas al léxico, a la gramática y al metro son entrelazadas en poesía, una traducción literaria satisfactoria es de costumbre muy diferente de una traducción literal. Cuanto más un poeta se fía en la forma del idioma, tanto más sus versos se integran en este idioma y es verdaderamente difícil de traducirlos adecuadamente. Esto es vero en el caso de la poesía lírica a causa de los juegos de palabras, de las rimas complicadas y de las asonancias frecuentes.
En cambio, la traducción técnica y especializada se encuentra al lado opuesto del espectro de las traducciones. La traducción técnica incluye por un lado la traducción especializada y por otro la traducción institucional, política, comercial, financiera, etc. La traducción técnica parece ser acultural, pero sin embargo está realmente vinculada con la cultura. Se puede llamarla «la traducción universal» dado que los beneficios de la tecnología no están reservados a una comunidad que habla un solo idioma. En principio los términos deben ser traducidos. La traducción institucional está cultural al menos que sirva las instituciones internacionales. La traducción técnica se hace de costumbre en el entorno de los términos institucionales y comerciales. Se podría pretender que se trata en este caso de textos los más fáciles para traducir a la luz de la unificación cultural, de la correspondencia entre los términos y de la semejanza estilística, lo que no existe en otros campos del discurso.
La traducción técnica, comercial e institucional es el campo que mejor se adapta a las técnicas de traducción automatizada. En cuanto a la traducción de la literatura y sobre todo de la poesía, suya automatización no es satisfactoria del todo.
La traducción es más un arte que una ciencia. Se puede sólo enseñar sus principios y dar consejos. En efecto el proceso de traducción está dejado a la sensibilidad lingüística que el traductor tiene en el idioma de origen y en el idioma de destino. De costumbre en la traducción de una obra literaria una parte de las intenciones originales del autor se pierde. Así el epigrama italiano «traduttore traditore» queda a menudo justificado.